lunes, 12 de enero de 2009

Sueños de un emigrante: Álvaro Morales



Soy consciente de ser una persona joven. Sin embargo, en mi tierra me siento cansado, viejo y sin futuro aunque cada vez me reafirmo más en que puedo tenerlo. Mi nación se está desvencijando, aún puede caer más. ¿Qué hago? ¿Mendigar?. ¿Estar subyugado a férreos sistemas dónde la libertad se hace cada vez más imposible?. No veo futuro aquí, al menos nada bueno. Nacionalista clásico no soy. Estoy del todo convencido, o al menos dicen, que la tierra es aquella en que se pace y no la que se nace y la verdad es que llevo demasiado tiempo sin saber lo que es eso. Mis manos tienen las heridas no por trabajo, sino por rebuscar en los sitios más infames.
Me tocó nacer en un sector geográfico limitado y solo voy a vivir una vez y soy un ser humano.
Tengo amigos que piensan todo lo contrario considerando una traición abandonar la patria incluso mudarse del barrio.

Aunque estoy muy orgulloso de haber nacido en mi tierra y no en otros países que están peor que yo, divididos en castas, viviendo en tribus dónde la miseria está hasta en el olor y la muerte está latente a diario. ¡Mi nación es una gran nación! ¿Pero...? Mis estudios son universitarios, mi nación culturalmente está entre las mejores. ¿Pero se vive, se come o se trabaja sólo de conocimientos?. ¡No!.

La duda me corroe ¿Y si en otro lugar del mundo, mi vida pudiera cambiar?.

Primero tengo que pensar ¿a dónde voy?. No voy a salir de Herodes para entrar en Pilatos. Si pudiera elegiría a... ¿Dónde?. Hay países que solo por el simple hecho de no ser de allí me discriminarían aún más. ¿USA Unión Europea y tantos?). ¿En que podría trabajar. ( Ayudante en hostelería, servicio domestico, trabajos agrícolas) todos muy dignos, pero poco relacionados con mi vocación, mis estudios...

Si mis pretensiones son más bajas, volveré a estar como en mi nación, entonces sería mejor quedarme.

¿Y la familia? ¡Triste! quizá de lo más triste es abandonar a la propia familia por necesidad de encontrar un trabajo. Vendrían las saudades en cada momento. Podría pensar en ganar dinero y llevármela en un futuro.

¿ Y los amigos?. Algunos de ellos son más importantes que muchos miembros de mi familia pero la distancia hace el olvido.

Pienso que seguiré intentando pasar desapercibido por caminos solitarios tras la estrella del norte en medio de esperanza y desconcierto, buscando con el pensamiento de un navegante en busca de descubrimientos de países vírgenes.

El sufrimiento y el agotamiento no han podido conmigo, deseo continuar mi camino aunque el dinero se me acabe y el frío o el calor empiecen hacer mella en mi cuerpo.
Se que los coches no están al alcance de todos, los trabajos no los regalan ni los perros van atados con longanizas.

¿Cuantos se quedan en las frías y revueltas aguas de los océanos cada año?. ¿Cuánta sangre, sufrimientos y promesas se ven truncadas cuando las autoridades los deportan de nuevo o el andar errante por pueblos en medio de soledades de silencio.

No me engaño, no deseo que la libertad haya que buscarla entre pateras y dobles fondos de camiones; entre negreros del siglo veintiuno que negocian con nosotros, ofreciendo un mundo de riqueza, jugando con las vidas de gente desesperadas.

Hay negreros. Negociantes del dolor que un día se acercan a proponerte el traslado. Trafican con las esperanzas de otros futuros. Y eso cuando intentamos ganar el pan de una forma honrada y no engañando y jugando con las vidas de gentes desesperadas como yo.

Me pone triste saber que tengo que pasar por el triste rosario de las soledades.

(foto:link2.brasil)

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