miércoles, 28 de enero de 2009

Me estoy yendo: Lola Bertrand

Me estoy yendo despacio, de una manera imperceptible, pero me estoy yendo. Ni siquiera llevo conmigo los pies, los dejo aquí, atrapados entre estas letras de arena, para que no sea tan patente mi marcha.
Me siento ir, fragmentada, buscando por los rincones esos pedacitos de mí que nunca he guardado. Seguramente, encuentre restos de mi voz ahogándose en alguna madrugada; o alguna lágrima que consiguió colarse entre las ranuras de las horas…
Hay cuatro líneas que me oprimen la mente como si de un potro de tortura se tratara. Mis manos y mis ojos están atrapados en una red que yo misma he ido tejiendo con paciencia de araña.
Camino de espaldas, hacia atrás, para que mi marcha no sea tan evidente; para no tener que dar explicaciones que ni yo misma puedo dar; en mi interior sé que mis pasos no avanzan.
Me sentiré como ese otoño que termina y se funde con el invierno.
Como ese rescoldo que puede volver a ser llama en cualquier momento.

Por eso me estoy yendo…
Necesito encontrar otras rutas que me alejen de ésta en la que la ligereza de los pasos, vuela más que camina. En la que todos están dotados de una agilidad que les conducirá hasta la cima.
Ingenuamente soñé que me crecían dos alas, dos alas que me permitirían elevar mis pies del fango. Pero los sueños no pertenecen a la realidad cotidiana, esa que te va marcando el lugar exacto al que perteneces…
(“Calla, calla, princesa/ -dice el hada madrina-/ que en caballo con alas/ hacia aquí se encamina / el feliz caballero / que te adora sin verte/ y que viene de lejos vencedor de la muerte…)*
¿Quién me pintó princesa? ¿Dónde están los ojos y la voz que me impulsaron?, ¿por qué me vistieron de oropeles baratos?
Me enfrento al espejo: no encuentro mejor reflejo para saber la verdad que me rodea, y sé que me han mentido, mis alas de papel no resistirían el primer embate.
Por eso me estoy yendo…
He visto mis pies descalzos, mis manos vacías, mis ideales sin futuro y mi cuerpo sin días.
No deseo llevarme nada, lo dejaré todo en suspenso, como si fuera a volver en cualquier momento. Intentaré que mi adiós parezca un “hasta pronto”.
Tan sólo pretendo ver deslizarse mi sangre, gota a gota, en hemorrágica lentitud, transportándome hasta el olvido…

( No deseo ser ese potro desbocado que galopa detrás de tus palabras…)


*cita de un poema de Rubén Darío

1 comentario:

  1. Cuando se manejan las claves de este escrito de nuestra Lola, una se siente sobrecogida. Tiene la belleza y la fuerza de todos sus escritos; pero, además, contiene una ternura sin límites. Gracias, Lola.
    GaviolaSobrecogida

    ResponderEliminar